Una carrera cultural

Una carrera cultural

Hoy contamos con la suerte de tener entre nosotros a Enrique Gallud Jardiel. Brevemente, os diré que cuenta con una carrera cultural impresionante, no ha escrito 1 ni 2 libros sino más de 100, además de cuantiosos artículos, haber trabajado como actor y ser director de la Compañía Teatral Barbieri, entre otras. Es obvio que con una carrera tan larga y rica como la suya podríamos hablar de muchas cosas y me va a costar elegir las preguntas, aunque intentaré que sean variadas.

Sé que lleva la cultura en la sangre: Su abuela Carmen Sánchez Labajos fue actriz, su abuelo Enrique Jardiel Poncela, fue un gran dramaturgo y novelista español (cuyo padre era periodista y su madre pintora) y sus padres eran el actor Rafael Gallud y la actriz María Luz Jardiel. Usted comenzó como actor con 4 años. ¿Fue debido a su familia? ¿Recuerda cómo era ser un niño que actuaba? Y más importante… ¿cree que hubiera cambiado algo el hecho de no proceder de una familia tan integrada en la cultura?

“Obviamente, haber crecido en un teatro y de padres actores te determina, porque es lo que ves, lo que aprendes y acaba siendo lo que más te gusta. Ser un niño actor es apasionante y ver tu nombre en la lista de una compañía es un orgullo indescriptible a esas edades. Pero aparte del puro disfrute, te hace madurar mucho, porque tienes siendo niño una gran responsabilidad en cuanto saberte bien tu papel, por corto que sea, la seriedad, la puntualidad, el respeto a la labor de los otros, el compañerismo… En contra de lo que muchos puritanos han dicho durante siglos, yo estoy convencido de que el teatro es una magnífica escuela de buenas costumbres. Personalmente, como niño, recibía el cariño de toda la compañía y acabé teniendo una cultura teatral amplia, pues asistía con toda atención a los ensayos de mis padres, con lo cual a los diez años había visto, por poner unos ejemplos, La fierecilla domada, La gata sobre el tejado de cinc, El alcalde de Zalamea o Hamlet no menos de treinta o cuarenta veces cada una.”

Usted es socio fundador del Instituto de Indología que es una asociación cultural fundada en Madrid en 1995 y dedicada al estudio y la difusión de la cultura india. Supongo que este interés le viene debido a que usted vivió en India desde 1976 hasta 1994; mucho tiempo que le daría pie a conocer bastante esta cultura. ¿Por qué le parece tan importante esta difusión cultural? ¿Puede contarnos alguna particularidad o varias de la cultura india?

“Mi larga estancia en ese país es la causa de mi amor por él. Pero en Occidente se tienen muchas falsas nociones de su cultura, difundidas durante la época colonial y fruto también del apresuramiento y del prejuicio. Por eso, de regreso a España, me he dedicado en buena medida a describir un poco esa cultura milenaria que tiene mucho que enseñarnos.

La India no es sólo misticismo y espiritualidad (que lo es) sino una civilización muy racional y de temperamento científico con grandes logros que la física moderna está reconociendo. Ha desarrollado sistemas filosóficos de gran importancia y producido figuras culturales de primera magnitud, aparte de una literatura incomparable en cantidad y calidad. Incluso en la época moderna nos ha dado enseñanzas clave en el comportamiento político.”

Usted es también director de teatro y actor, como he comentado al principio. Esta parte de su vida, ¿ya ha quedado atrás o sigue dirigiendo teatro? Lo pregunto porque he encontrado informaciones contradictorias al respecto. ¿Qué puede contarnos de lo que supone ser un director de teatro? Tengo entendido, además, que en muchas de las obras que ha dirigido ha sido también a la vez intérprete. Supongo que sería difícil ser actor y director al mismo tiempo ¿o no? Dígame ¿qué prefiere dirigir o actuar?

“Continúo dirigiendo y actuando, como he hecho toda mi vida en mayor o menor medida. El teatro es un vicio maravilloso que no se puede dejar. Mis comentarios de que me dedicaba en exclusividad a la escritura no eran exactos: quería referirme a que había abandonado durante un tiempo la docencia, otra de mis actividades habituales.

Ser director de teatro supone tener en tus manos la posibilidad de crear por entero un pequeño mundo dentro del mundo, contar una historia que a ti te parece interesante a tu propia manera. Los actores son parte importantísima del teatro, pero es el director el que los aprovecha o desaprovecha con su visión de conjunto.
No es difícil ser actor y director a un tiempo. Lo difícil es lo contrario: pretender dirigir sin haber actuado o sin saber actuar, o actuar sin tener en mente el producto en su conjunto. De hecho, la figura de director teatral es relativamente moderna, no tendrá arriba de cien años. Antes de eso existía lo que se denominaba «primer actor y director». El actor principal de la compañía, que era lógicamente quien mejor conocía y dominaba la obra, daba las directrices a los demás miembros del elenco. Eso es lo que hago yo.

En cuanto a si prefiero dirigir o actuar, no puedo elegir, pus ambas cosas me apasionan. En realidad, disfruto con todas las actividades relacionadas con la escena: adaptación de música, diseño de figurines, escenografía…”

Ha trabajado mucho en prensa con cantidad de artículos, ha dirigido programas de radio y por supuesto también ha aparecido en diferentes programas televisivos. Sin embargo, en la actualidad, dedica su tiempo principalmente a la escritura. ¿Por qué se ha vuelto tan importante la escritura en su vida? De toda su carrera cultural ¿es la parte que más le gusta o sencillamente con la que más disfruta en este momento?

“La escritura es algo muy satisfactorio para mí, por la posibilidad de explayarse y desarrollar tus ideas, algo que ni la radio ni la televisión permiten por falta de tiempo.”

Dentro de su página web hay una sección que es como un blog que se llama “Humoradas”. Sé que lo actualiza regularmente y lo comparte en sus redes sociales. Yo he de decir que me gustó mucho su entrada llamada “Cyrano de Bergerac”, aunque hay otras también muy divertidas, pero por nombrar una. Voy a ser muy ambiciosa y le voy a pedir si puede compartir con nosotros una “humorada” en exclusiva (que no haya publicado claro está), aunque sea breve.

“Pues con mucho gusto ofrezco una «Humorada» inédita, una parodia histórica que espero que sea del agrado de todos. Es una recreación en verso cómico de la comedia La venganza de don Mendo, de Pedro Muñoz Seca. Lo he escrito hace unos días y es totalmente inédito.”

¿Por qué esa afición por los libros de humor y por las humoradas? Usted ha escrito ensayos, libros de religión y filosofía, de filología, muchos sobre la India pero su última colección es sobre libros con una base de humor. ¿Se ve influenciado por su abuelo Enrique Jardiel Poncela a quien muchos reconocen como gran comediógrafo? De toda su última serie de libros de humor he elegido dos de ellos que me gustaría que nos comentara tanto su impresión sobre esos libros como su inspiración cuando los escribió. Conste en acta, que me ha resultado muy difícil escogerlos.

“Dentro de la escritura, concretamente el humor me proporciona más placer y más libertad. En un ensayo debes investigar, ceñirte al dato, cotejar la información, analizar y mantener un control férreo de las ideas que expones y de la lengua que utilizas, mientras que en el terreno de lo cómico puedes experimentar, mezclar y jugar sin ponerte límites.

En cuanto a Jardiel, le admiro muchísimo, pero yo escribía ya cuentos de humor de pequeño antes de leer a Jardiel. No creo tener un influjo tan directo y me gusta pensar que he desarrollado un estilo muy propio. Otra cosa es que Jardiel fue un coloso del humor y tocó todos los registros, por lo que es muy difícil que cualquier escrito cómico moderno no se parezca en algo a alguno suyo.

Se han seleccionado dos libros míos muy representativos. Historia estúpida de la literatura es una colección de escritos cortos en diversos géneros (cuento, ensayo cómico, poesía, teatro) que tiene como objetivo la desmitificación de obras literarias. Es una parodia de la literatura, hecha con buen gusto y con el objetivo no de alejar a la gente de los libros, sino de todo lo contrario: de hacérselos apetecibles mostrando su lado humorístico. Este tipo de libros es a lo que me dedico principalmente en la actualidad, aunque extiendo la parodia a la historia, a los viajes, a las modas y a muchos otros campos.

El follón del fin del mundo es una novela cómica, de carácter catastrofista: una burla de la historia humana que tiene como objetivo mostrar que somos una especie muy bruta, condenada a meter la pata una y otra vez.”

Vistos sus libros de humor, con sus portadas, sus frases, algún booktáiler y diciendo de antemano a los lectores que pueden encontrar otras sinopsis o más información de sus otros libros en su web http://www.enriquegalludjardiel.com voy a proponer una encuesta a nuestros lectores con todos estos libros. Si los habéis leído votar el que más os haya gustado y si no, el que más ganas tengáis de que salga. Y para usted, no le voy a hacer elegir su favorito, pero sí que elija uno y nos cuente una anécdota de cuando lo estaba escribiendo o de su inspiración para escribirlo… lo que quiera.

“No se puede hablar de un libro favorito, pues todos son como tus hijos, que te han costado muchos sinsabores y disgustos sacarlos adelante y, a pesar de ello, los quieres mucho. Quizá el antes mencionado, Historia estúpida de la literatura sea el más destacable, en cuanto a que fue lo primero de humor que escribí y obtuvo excelentes críticas que me han facilitado seguir publicando. No tienen anécdota alguna durante su escritura: es un proceso solitario en donde disfruto yo solo y me río con mis propias ocurrencias. En cuanto a la inspiración… yo no creo en eso. Cuando me pongo a escribir a diario no espero a que se me ocurra nada. En cuanto empiezo, el texto fluye con facilidad. Está claro que cuentas cosas e ideas que están en tu mente de forma consciente o inconsciente.”

Existe un concurso de relatos breves de humor que lleva su nombre y va ya por su segunda edición. El plazo de entrega de escritos participantes ya terminó y en breve, en la segunda semana del mes de septiembre se hará público el fallo del jurado, ya falta muy poquito. ¿Qué puede contarnos de este concurso? ¿Cómo surgió la idea? Y… ¿Qué se siente teniendo un concurso que lleva su nombre?

“El concurso fue una iniciativa de Víctor J. Sanz, que es un gran escritor y, además, un eficacísimo maestro de escritores. Sólo que no debe de estar muy bien de la cabeza, porque me admira, por alguna razón que se me escapa, y de ahí el concurso. Tener algo así a tu nombre te produce miedo. ¿Y si los concursantes son mucho mejores que tú? Eso te dejaría en una posición muy desairada.

Para finalizar la entrevista, voy a darle emoción y le voy a poner en un brete. Quiero que escoja tres de sus obras de cualquiera de los ámbitos en que se ha movido (como actor, como director, como escritor…). Lo único que quiero es que sean 3 trabajos a los que les tenga un especial cariño o de los que se sienta particularmente orgulloso, que nos los cuente y nos diga porqué son tan singulares para usted.

“Es una pregunta muy difícil. Como actor estoy ufano de mi interpretación del papel de Crispín en Los intereses creados, de Jacinto Benavente. No sé si es porque lo he interpretado muchas veces durante muchos años, pero el caso es que creo que lo hago bien o, al menos, eso es lo que los públicos me han dejado ver con sus entusiastas reacciones.
Como director estoy orgulloso de haber recuperado una excelente comedia de Pedro Muñoz Seca: El castillo de los ultrajes, que no se había repuesto nunca desde su estreno y que trata precisamente de las vicisitudes de una compañía teatral. La hemos representado muchísimo y siempre con gran éxito, pues es una obra divertidísima, a la vez que una defensa del mundo del teatro en contra de los burgueses de miras estrechas que lo criticaban.
En cuanto a libros, es complicado elegir. Pero como he de hacerlo, mencionaré mi novela Los dioses dormidos, una historia de amor, magia y rivalidades políticas, ambientada en la antigua India.”